15 octubre 2013

Mae Sai, más allá de las fronteras físicas


Mae Sai es la ciudad más al norte de Tailandia. Bueno, más que ciudad diría que es el último conglomerado habitado antes de llegar a Birmania. En realidad, ciudad, lo que se dice ciudad en el sentido en el que lo entendemos nosotros los occidentales, no se parece mucho a una. Vamos a dejarlo en núcleo de civilización, y así, no hacemos daño a nadie...

Mae Sai tiene mucho más que contar de lo que pudiera parecer de inicio. Al venir de vacaciones a Tailandia, es fácil pasar por alto las singularidades de los puestos fronterizos. Cuando uno vive aquí durante temporadas, acaba inevitablemente teniendo que "vérselas" con la burocracia de un país asiático y para poder seguir residiendo en el país, ha de realizar ciertos rituales como el de ir a "fichar" cada cierto tiempo a la frontera. Salir del país y volver a entrar para renovar el visado es una práctica habitual. No me preguntéis el por qué, pero es así como funciona.

Bien, pues Mae Sai es uno de los 3 puntos que Tailandia tiene abiertos con su país vecino del oeste hoy llamado Myanmar, de toda la vida Birmania. Extraña un poco que en una línea fronteriza de más de 1.000Km que se extiende desde el Triángulo de Oro hasta el istmo del Kra, ya bien entrada en la península de Malaca, estos dos países sólo compartan 3 puestos fronterizos. Razones hay varias. 

Una de ellas ha sido el tradicional recelo entre ambos, ya que durante siglos batallaron en el control de muchas zonas territoriales que fueron pasando de manos; ahora en poder de los reinos thais, luego en manos de los birmanos. Por otro lado, y ya en el siglo XX, Birmania fue (y ha sido hasta hace muy poco) el país mas cerrado al exterior junto con Corea del Norte. Durante más de 50 años, una dictadura militar aisló al país y las sanciones económicas de Occidente tampoco ayudaron mucho. Birmania, Burma, la "Golden Land", el país donde no había pobres, donde todo el mundo recibía educación hasta la llegada del Raj británico, degeneró en un estado arruinado y decrépito gobernado por oscuros y corruptos generales que se llenaron los bolsillos a costa de la explotación de sus innumerables recursos naturales (gas, petróleo, piedras preciosas, madera) y de la más humillante represión de las minorías étnicas de la periferia del país (los Kachin, Karen, Mon, etc.).
El país ha vivido en un estado de guerra civil permanente en las últimas 6 décadas y de ahí el recelo mutuo que ha habido entre los dos en los últimos años, hasta el punto de cerrar fronteras cuando las tensiones diplomáticas se elevaban de tono. El tráfico de opio controlado también por las guerrillas ha tenido mucho que ver. Recelo que se masca y se palpa cuando uno camina en ese territorio de nadie que separa los dos puestos de aduanas. A lo largo y ancho del puente que cruza el río y que separa, tanto en Mae Sai como en Mae Sot (otra localidad fronteriza al oeste del país) las fronteras de Tachilek y de Myawaddy en su parte birmana respectivamente, uno no puede evitar que le entre complejo de Gary Cooper o Liberty Valance cuando ya ha salido de uno de los dos países y se dirige hacia el otro a cumplir el trámite de poner el doble sello en el pasaporte. Hola, hola. Entrada y salida. Pam, pam. Adiós, adiós

Hoy día estas fronteras sirven para alimentar negocios oscuros y situaciones sobreentendidas pero a las que nadie quiere meter mano. Tailandia, país desarrollado, con infraestructuras y "rico" sirve de reclamo a refugiados birmanos, que huyen de la persecución en su país, o de la pobreza. Todo el mundo mira hacia otro lado, pero no es raro encontrarse a sin papeles birmanos en Tailandia, trabajando en obras, barriendo calles y parques, haciendo de guardas de seguridad en parkings y edificios, sirviendo esclavizados en casas de gente bien, en el tráfico de drogas y prostitución... Para estos, supongo que las sonrisas del país de las ídem no serán más que un lejano reclamo para un turismo que evidentemente no tiene tiempo ni ganas de ver las puertas traseras del mismo. Allí donde se ha barrido y echado todo el polvo molesto por debajo de la alfombra y donde se esconden los misterios de por qué en Tailandia "todo es tan barato". Pues sí, lo es porque hay mucha mano de obra dispuesta a trabajar por poco o nada y sin ningún derecho. De Sol a Sol, de lunes a domingo, sin fiestas, sin descanso, sin seguridad social, sin nada. Porque volver a su país, aún es peor, porque al menos en Tailandia, alguien les dio algo que hacer que no fuera fumar opio tumbado al sol un día detrás del otro.
  
Mae Sai es uno de estos puestos donde se nota que algo pasa, que algo raro fluye en el ambiente, que no sabes muy bien qué es, pero que intuyes de alguna forma. Una ¿ciudad? que en cuanto cierra la frontera a las 7 de la tarde, se convierte en un fantasma. Los comercios echan la persiana y en la calle solo quedan perros vagabundos en busca de restos en la basura, dos o tres farangs perdidos a los que no les ha dado tiempo hacer el VISA-Run en el día, y algún que otro puesto vendiendo rotis como postre de una cena demasiado temprana. Una luz mortecina de farolas que apenas alumbran va anunciando que ya es hora de retirarse, y muy posiblemente, dejar paso a maniobras orquestales, que en la oscuridad de la noche, harán transitar entre ambos lados de la frontera todo tipo de mercancías y personas, bajo la impasible mirada de algún oficial de aduanas camelado con algunos o muchos billetes de más.

Esto también es Tailandia, los puestos fronterizos, donde las distancias entre unos y otros son mucho más largas que esas pocas decenas de metros que separan físicamente los países.

2 comentarios:

  1. Tú lo has dicho Iñaki, eso también es Tailandia. Muy bien escrito, como siempre. Un abrazo.

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  2. Pues si Julián, recién estoy llegando del Visa run de ayer y aun recuperándome de la paliza

    Seguimos hablando, abrazos!

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