31 octubre 2011

Día 3 de Ghermu a Tal: "Comienzan los Ups&Downs" (18.10.2010)

En Jagat (©Elena Castillo)
No hay nada peor que confiarse en la montaña. Parece una frase lapidaria, así soltada de repente, como quien dice “hoy es lunes” o "la lluvia moja". Pero es verdad. Es tan cierta que a veces pasamos por alto cosas elementales, bien sea por distracción o por prisa, por creernos que somos los más mejores del universo, y que las cosas terrenales no van con nosotros. Y así luego pasa lo que pasa.

¿Y qué es lo que pasa? Pues que solo llevamos tres días de marcha, por las etapas iniciales del circuito del Annapurna, y ya estamos bastante rotos. Si, si, a estas alturas ¿y ya estamos así? ¡Pues si! Y que yo suponía que estos primeros días serian na de na, una pequeña tontería, un lento caminar por entre senderos bien marcados, un paseo por entre campos y pastos, tomando tecitos de vez en cuando, saludando al personal: "eyyyy, que taaaal???" en plan artista. Pues no. La realidad siempre es tozuda, y estos últimos dos días han resultado ser bastante duros, jornadas largas con continuos cambios de ritmo y sube y bajas sin parar.

Bien es cierto que los primeros días no hay que ser muy ambicioso. Es mejor comenzar a un ritmo tranquilo, sin estridencias ni palizones de esos a los que nos hemos acostumbrado en general cuando vamos a la montaña. Pero a pesar de haber ido con calma, de haber tratado de hacerlo todo sin prisas, intentando adaptarnos a este ritmo tranquilo de vida de los nepalíes, no hemos podido evitar acumular bastante cansancio debido al día de hoy, y que sumado a ciertas partes del de ayer, han dado como resultado el haber terminado bastante perjudicados...

En la etapa de hoy y al poco de salir, al menos una buena noticia. Pasamos por el pueblo de Syange para comprobar que es bastante feo y nos felicitamos por haber decidido ayer parar antes, en un pueblo de más arriba, Ghermu, ya que durante un tiempo dudamos de si seguir más adelante. Al final decidimos que no y por una vez acertamos, ya que no han sido pocas las ocasiones en que nos hemos quedado justo justo en el pueblo peor y en el lodge más malo de todos los que había por los alrededores; pero de eso, nos dábamos cuenta tarde...

Llegamos al pueblo de Jagat después de una cuesta interminable, donde vamos viendo el rio Marshyangdi cada vez más abajo. Allí paramos a tomar un té y coincidimos con una pareja de franceses, con la que apenas intercambiamos algún saludo. Días después, compartiremos con ellos algunas de las cenas más divertidas de todo el camino.

El rio se va quedando abajo (©Iñaki Barettini)
Pasamos Jagat y una central hidroeléctrica en la que comenzamos a ver algo muy común por esta zona. Carteles en los que se pide dinero a los extranjeros para contribuir a la construcción o mantenimiento de servicios, tipo escuelas o pequeñas centrales hidroeléctricas para abastecer a un pueblo. Todo esto claro a parte de las ya consabidas "donations" para los monjes. Pasamos un poco del tema porque ya empezamos a conocer de qué pie cojean estos nepalíes y como intentan aprovecharse de algunos incautos occidentales que se ven a sí mismos como una especie de mesías salvadores cuando viajan a este tipo de países. Pues nada, que los salvapatrias se encarguen de apoquinar, que nosotros somos pobres y estamos en paro...

Continuamos y para llegar al siguiente pueblo, Chamje, nos desviamos de la ruta principal, subiendo ladera arriba. Tenemos suerte de pasar por unos pueblitos lejos de los focos y del barullo del circuito. Con buenas sensaciones llegamos y nos disponemos a comer en un restaurante bastante cuco. El Rainbow Restaurant, que nombre tan original… El hombre del restaurante tarda como una hora y media en traernos la comida y esta vez ya no sospechamos, sino que sabemos a ciencia cierta que no es más que una estratagema para que se nos haga tarde, nos de pereza y no prosigamos el camino. De esa manera, espera conseguir que nos quedemos en su lodge, ya que el hombre no para de insistir en que tiene "nice rooms" y "nice restaurant". ¡Qué morro que tienen! Lo que pasa es que son tan cachondos que al final te ríes, porque ellos saben que tú sabes la jugada y acabas diciéndole claramente "A ver, que por favor que venga ya la comida que no me voy a quedar en tu chiringo por muchas artimañas que emplees. Así que venga, ve para la cocina y dale caña majo…"

Fuera de la ruta principal(©Iñaki Barettini)
Hermosas vistas desde la altura (©Iñaki Barettini)
El cuco restaurante (©Iñaki Barettini)
La cascadita desde el restaurante (©Iñaki Barettini)
¿¿Pero vendrá la comida algún día?? (©Elena Castillo)
Seguimos. Después de Chamje nos separamos. Yo voy demasiado rápido para Elena y ella demasiado lenta para mí, así que mejor que sigamos cada uno nuestro ritmo, ya que intentar seguir uno el del otro nos aboca al fracaso cada dos por tres. Durante un buen rato camino en soledad y sufro de nuevo los continuos sube y baja. Es curioso ya que durante estos primeros días apenas ha habido momento alguno en que hayamos estado solos, pero parece que se han alineado los astros, para durante esta hora, apenas ver a nadie por este estrecho sendero en el que tengo un precioso precipicio abajo, y disfruto de solo ir viendo a gente en la distancia, muy alejados tanto por delante como por detrás. Hasta el punto que en algún cruce hasta llego dudar de por donde seguir. Mi olfato montañero viene al rescate para elegir en estos casos, siempre el desvió adecuado!

Tras otra interminable subida, llego a un alto desde donde se divisa Tal, un bonito pueblo enclavado en los meandros del rio y al que llego después de una placida bajada de media hora. Me encargo de buscar un lodge que está bastante bien, todo de madera y regentado por unas tibetanas muy majas. Se llama “Ever Green Guest House and Restaurant”.

Bonito el pueblo de Tal (©Iñaki Barettini)
El lodge (©Elena Castillo)
Por la noche coincidimos con 3 europeos durante la cena con los que pasamos un rato agradable. Son un irlandés (Paddi), no podía ser de otra manera, con esa inconfundible cara de irlandés y ese sentido del humor, tan… irlandés?. El clásico que te encontrarías un sábado noche por cualquier pub irlandés (obvio) y te tumbaría bebiendo una tras otra cerveza negra Guiness sin ningún tipo de esfuerzo. También con un ingles (Feld). Este como que no tenía mucha cara de ingles, yo hasta le había confundido con español, así con barbita y cara de bonachón. Hasta que abrió la boca para efectivamente darnos cuenta de que “it kud nat beee ode zin da inglishhhh” (come anda comee, come bien que así se te quita el hambre y no te comes las palabraaas majooooooo). Por último un holandés del que no recuerdo el nombre, solo que era como un armario de grande, y nos había tocado en la habitación de al lado, por lo que estábamos ya rezando para que no roncara….

Dos de nuestros amigos. ¿Hay que decir quien es quien? (©Elena Castillo)

Juntos lo pasamos bien, descansando y con una merecida cena después de la dura etapa. Lo que no sabíamos todavía es que los ups and downs nos iban a acompañar durante el próximo mes. Ay, con lo bien que se está en casa con la mantita en el sofá, quien me mandaría a mí meterme en estos líos…!

Texto: ©Iñaki Barettini
Fotos: ©Iñaki Barettini (inakibarettini@hotmail.com) y ©Elena Castillo (elenafcp@hotmail.com)

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