28 septiembre 2011

Kampuchea, lejanos recuerdos de guerra

Los primeros recuerdos que guardo de la television de mi infancia son de lo mas variopintos: una mezcla de imagenes en blanco y negro de programas como el "Un Dos Tres" de Mayra Gomez Kemp y la Ruperta la noche de los viernes. Tambien, creo que anteriormente, el viernes por la noche habia sido la hora de "La Clave", el programa de Jose Luis Balbin. Por entonces fumar no estaba tan mal visto y los invitados se veian como difuminados entre la nieblilla del humo de sus cigarros.
Una vez acabada la pelicula, quedandome dormido en el sofa del comedor, mi madre no dejaba de ir y venir de un lado para otro, mientras medio en sueños oia aquella musica tenebrosa y la vocecilla de la mujer que traducia la charla cuando algun contertulio era extranjero, siempre con una pequeña diferencia de tiempo entre quien iba hablando y lo que ella iba traduciendo.
Tambien recuerdo con cariño muchas series miticas de dibujos animados: la abeja Maya, Marco, Heidi, los ositos Jacky y Nuca y como olvidarlo? Espinete, Epi y Blas y su Barrio Sesamo. Y los inicios de otras series "de mayores" como "Los Angeles de Charlie", "Starky y Hutch" o "Dallas" que a veces podia ver a escondidas siempre que mi madre no viera el rombo (o quiza dos) que de vez en cuando podian aparecer en algun capitulo "controvertido"...
Y despues de todo esto, tambien estaba Kampuchea.
Que era eso de Kampuchea? Para un niño de mi edad, poco mas que algun extraño y lejano lugar del que hablaban continuamente en el telediario de la noche, un pais donde debia pasar algo muy grave para que casi siempre fuera noticia y del que ponian imagenes escalofriantes de soldados, armas, tanques, guerra y muertos, muchos muertos. Un lugar donde la vida parecia muy diferente y mas dificil que las cosas que aqui conociamos. Para la mente de un niño, acostumbrado a series de television, concursos y dibujos animados, Kampuchea suponia un oscuro e incomprensible lunar, una tragica historia de mayores para la que no habia explicacion alguna posible, ni en el mundo de los niños ni en ningun otro. Pero todos estos analisis vendrian mas tarde, mucho mas tarde.
Mas de 30 años despues, las imagenes ya no llegarian a mi a traves de una vieja television en blanco y negro. Fui yo el que fue hacia ellas sin saberlo, a los lugares donde se habian producido tanto tiempo atras y pude por fin entender un poco de todas aquellas cosas que quedaron grabadas en mi mente.
La Republica Democratica de Kampuchea fue el fastuoso nombre (y de triste recuerdo para los camboyanos) que dieron los Khmer Rojos a el hoy reino de Camboya desde mediados a finales de los años 70.
Durante 4 años, desde 1975 a 1979, los Khmer Rojos, con un un loco sanguinario llamado Pol Pot a la cabeza, implantaron un regimen supuestamente comunista, pero totalitario y represor que trato de terminar con todo vestigio de modernidad, occidentalizacion o capitalismo en la sociedad camboyana, corrompida segun ellos por el hedonismo de una vida demasiado "despreocupada" y superficial. El "metodo" empleado para ello fue brutal, asesinando a mas de dos millones de personas, la cuarta parte de la poblacion en aquel momento, despoblando ciudades, forzando a la gente a emigrar al campo, torturando y asesinando a intelectuales, escritores, extranjeros, medicos, y a todo sospechoso de estar corrompido por el mal. Durante esos 4 años Camboya fue una tierra de ejecuciones, torturas, un campo minado y con miles de fosas comunes en las que en los años siguientes, al ir siendo descubiertas, destaparon la casa de los horrores, uno de los episodios mas oscuros y macabros de la historia de la humanidad. Un ejemplo de locura, de horror, de barbarie, del sinsentido de la guerra y la destruccion, del hombre contra el hombre, de tiempo y vidas perdidas para nada y para siempre, de vacio, de silencio, de pena...
Todo eso es lo que senti caminando por los campos de la muerte, "The Killing Fields", cerca de Phnom Penh, la actual capital de Camboya. No esperemos aqui un sitio bonito o atractivo turisticamente hablando. Es un lugar duro, una visita obligada para comprender la terrible historia reciente de este pais y de su gente. Este fue uno mas de los miles campos de exterminio diseminados por todo el pais y del que se han exhumado casi 9.000 cadaveres en tan solo una pequeña parte del total excavado hasta el momento. Puedes sentir el horror de lo que debio suponer este lugar, al caminar por alrededor y ver restos de fosas del mas diverso tamaño e ir leyendo los letreros en los que explican como estaban los cuerpos encontrados, torturados, muchos sin cabeza, los restos de las ropas, de huesos, craneos masacrados o agujereados... Espeluznante es la palabra que mejor describe toda la escena.
Una pequeña estupa en recuerdo de las victimas se levanta justo en el medio del circulo que conforma el recorrido del camino. En el interior de la misma, en diferentes pisos recubiertos con cristal, se muestran las miles de calaveras y huesos de los cuerpos hallados. Un recorrido en circulo por el interior de la misma es una experiencia que te pone un nudo en la garganta. Con apenas espacio para moverte, la sensacion de claustrofobia con todas esas calaveras mirandote es sencillamente aterradora. Piensas una vez mas en lo absurdo de la guerra, de miles de vidas perdidas para nada, de personas cuya vida termino abruptamente para siempre, sin posibilidad de haber hecho nada de lo que nosotros consideramos normal: estudiar, viajar, tener familia, disfrutar de un soleado dia como el de hoy. Nada. Cero. Fin. Por que y para que son preguntas que aqui se quedan sin respuesta. Todo porque alguien decidio que la vida de esas personas no valia nada. Absurdo. Lamentable. Pero sobre todo, triste, muy triste.
Finalmente puedes ver en una sala una exposicion de fotografias de los restos de los cuerpos, los metodos de tortura utilizados, los lideres ejecutores muchos de ellos aun sin haber sido juzgados y otros apenas condenados a sentencias ridiculas...
Fue asi como las lejanas imagenes vinieron a mi memoria, identificando aquella extraña Kampuchea de mi niñez con la Camboya que 30 años despues estaba visitando. Y no pude dejar de pensar en como esta gente a pesar de todo el horror, de todo lo vivido y sufrido, mantienen esa sonrisa, esa amabilidad que les sale natural, esa vitalidad, ese respeto, esa capacidad de mirar hacia delante y olvidar. Me pregunte si seriamos nosotros capaces, en España me refiero, de haber hecho algo parecido en una situacion similar y antes de terminar la pregunta, lamentablemente ya tenia mi respuesta.
Kampuchea y Camboya, Camboya y Kampuchea, lejanos y cercanos recuerdos que ahora se mezclan y conviven en mi memoria.

2 comentarios:

  1. Supongo que esa sensación que describes al visitar los campos de la muerte debe de ser parecdida a la que se tiene al visitar un campo de exterminio nazi. Una visita que debería ser obligatoria para que las futuras generaciones no olviden algo que paso en la civilizada y culta Europa.

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  2. Pues si, es cierto que en nuestro querido occidente hemos sido igual o mas salvajes que por aqui,lo que pasa es que tambien nos han educado para tener muy mala memoria y olvidar o desconocer pasajes oscuros de la historia.

    Si algun dia tengo la oportunidad tambien visitare uno de esos campos

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