Meditate |
Extracto del libro de Osho “Los Misterios de
la Vida”
“…Muchas
veces les ha ocurrido a corredores… Tú puede que pienses que correr no sea una
meditación, pero los corredores sienten unas tremendas experiencias
meditativas. Se sorprendían, porque no lo estaban buscando, ¿Quién cree que un
corredor va a experimentar a Dios?... Pero ha ocurrido, y ahora correr se está
convirtiendo más y más en una forma de meditación. Puede ocurrir corriendo: si
alguna vez has corrido, si has disfrutado corriendo por la mañana temprano
cuando el aire es fresco y toda la gente está regresando del sueño, despertando
y tu corriendo, tu cuerpo funcionando maravillosamente, el aire cortando tu
cara, y el mundo renacido de la oscuridad de la noche, todo cantando a tu
alrededor, y te sentías tan vivo… Llega un momento en que el corredor
desaparece, solo queda el correr. Cuerpo, mente y alma empiezan a funcionar
juntas; de repente, se produce un orgasmo interno. Los corredores han llegado
muchas veces a experimentar la turiya, la cuarta, la suma de las tres anteriores,
cuerpo, mente y alma, aunque no se dan cuenta porque piensan que han disfrutado
del momento a causa del correr, porque es un día precioso, porque el cuerpo
estaba sano, el mundo era maravilloso y estaban de cierto humor. Pero si se
dieran cuenta, mi propia observación es que un corredor puede acercarse más a
una meditación que cualquier otra persona. Correr puede ser de una inmensa
ayuda…”
and Run... |
Casualmente había leído este extracto del
libro unos días antes. Ayer, después de más de 10 días de intentos fallidos, de
lluvias incesantes, de posponer también
la salida por perezas absurdas, me puse las mallas, mi camiseta elástica, me
calce las zapatillas y… A correr!
Me costó al principio. ¿Cómo encajas salir de casa
estando hace poco más de 10 días inmerso dentro de una naturaleza plena,
abierta, sin límites, inabarcable a de repente verte en una ciudad, sus luces,
los edificios, el sky-line, los
coches, el ruido, la gente. Corres entre una maraña de voces, de sonidos, de
luces, mil estímulos por segundo allá por donde pasas. Y se hace raro. Cuesta.
Pero sigues.
A medida que aguantas los primeros minutos, que aparecen las primeras ganas de dejarlo, de volver mañana, de terminar y punto, pero ocurre que continúas, sigues adelante y te vas haciendo cada vez un poco más fuerte. Te vas venciendo, ganando a ti mismo, a cada zancada, en cada impuso, poco a poco, sin prisa, pero sin pausa. Y curiosamente cuando más tiempo pasa, menos cansado te sientes, porque has pasado tu umbral, has sobrepasado la raya del abandono y ahora ya nada ni nadie puede contigo. El exterior no importa, las luces ya no te ciegan, las voces ya no te abruman, ahora sólo te oyes a ti, tu respiración; inspiras, expiras, una y otra vez, una y otra más. Y ya no sientes, te transportas, nada de lo de fuera parece existir, todo se detiene, solo aquí, sólo ahora, esta inspiración, esta expiración. Una escena congelada donde eres el actor principal y todo a tu alrededor es un mundo quieto, un Matrix central que se detiene y muestra sus circuitos, su memoria, sus entrañas descacharradas y llenas de cables que no llevan a ninguna parte. De repente todo te parece lejano, nada ni nadie existe, ruedas dentro una burbuja, en el interior de un traje de astronauta que con su escafandra te aísla del espacio y el tiempo. Y entonces dejas de pensar. Ya no hay ayer, ni mañana, ni antes, ni después. Únicamente el ahora, sólo este paso, el de detrás ya lo di, el de delante aún no llegó. Y te sientes fuerte, invencible, inmortal, te sientes TU, un torrente infinito de energía única y en comunión con el todo que es el Universo.
A medida que aguantas los primeros minutos, que aparecen las primeras ganas de dejarlo, de volver mañana, de terminar y punto, pero ocurre que continúas, sigues adelante y te vas haciendo cada vez un poco más fuerte. Te vas venciendo, ganando a ti mismo, a cada zancada, en cada impuso, poco a poco, sin prisa, pero sin pausa. Y curiosamente cuando más tiempo pasa, menos cansado te sientes, porque has pasado tu umbral, has sobrepasado la raya del abandono y ahora ya nada ni nadie puede contigo. El exterior no importa, las luces ya no te ciegan, las voces ya no te abruman, ahora sólo te oyes a ti, tu respiración; inspiras, expiras, una y otra vez, una y otra más. Y ya no sientes, te transportas, nada de lo de fuera parece existir, todo se detiene, solo aquí, sólo ahora, esta inspiración, esta expiración. Una escena congelada donde eres el actor principal y todo a tu alrededor es un mundo quieto, un Matrix central que se detiene y muestra sus circuitos, su memoria, sus entrañas descacharradas y llenas de cables que no llevan a ninguna parte. De repente todo te parece lejano, nada ni nadie existe, ruedas dentro una burbuja, en el interior de un traje de astronauta que con su escafandra te aísla del espacio y el tiempo. Y entonces dejas de pensar. Ya no hay ayer, ni mañana, ni antes, ni después. Únicamente el ahora, sólo este paso, el de detrás ya lo di, el de delante aún no llegó. Y te sientes fuerte, invencible, inmortal, te sientes TU, un torrente infinito de energía única y en comunión con el todo que es el Universo.
Solo por ese momento, aunque quizá solo fuera un
instante, ya mereció la pena salir, correr, sufrir, vencer, y después,
recordarlo de esta forma escribiéndolo.
¿Dije correr, dije meditar? Quizá fuera
verdad, quizá sean la misma cosa…
Que bien, me alegro mucho que hayas vuelto a correr, yo por ahora no lo he intentado todavía, estoy demasiado cansada, quizás cuando mi cuerpo se acostumbre un poco más... tqm
ResponderEliminar