Bueno, ya estoy otra vez en el Norte, justo un año después. La verdad es que
con el tiempo he ido espaciando mucho mis visitas y cada vez que vengo por aquí
me pregunto: ¿por qué no habré venido antes? En fin, cosas que pasan.
Después de unas semanas de decisiones e indecisiones, me retiro una semana a
este remanso de paz en mi rincón del Cantábrico, entre montes y mares. Al menos
ya tenemos aclarado el panorama más inmediato, adiós al frío del Pallars y hola
de nuevo (quizá) al Montseny. Para Elena la cosa del clima está más despejada:
calor, calor y más calor en el tópico tailandés. Bien!
Yo por mi parte sigo con mis entrenos. Esta semana toca estrenar mis nuevas
zapatillas de running e ir acostumbrándome de nuevo a correr, a aguantar, a la soledad
del corredor cuando se enfrenta a rectas de las que no se intuye el final, sin
bajar el ritmo, con el corazón desbocado y controlando el esfuerzo en cada
momento. Con mi reloj pulsómetro nuevo, estudiando cada latido, cada bombeo,
cada entrada y salida de la aerobia o la anaerobia, sintiendo la acumulación
del lactato en mis músculos, paso a paso, zancada a zancada.
Esta mañana, estrenando mi periplo norteño, me he levantado aun entre sueños
cuando todavía apenas había amanecido. Cosas de estar más al oeste, aquí a las
8 de la mañana apenas se intuyen los rayos de Sol por debajo de las nubes en un
cielo que continua, como casi siempre, permanentemente encapotado. Pocas cosas cambian, aunque a veces pudiera parecer lo contrario.
Aunque hay cosas que no cambian. Y una de ellas es sentir de nuevo el mar.
Después de casi un año en las montañas, por muchos lagos o estanys enormes que
parezcan mares, nada como la emoción, el olor y la sensación de libertad de
volver a ver y oler el verdadero mar. Ese mar bravo y enrabietado que es el
Cantábrico, con su oleaje, su ruido, su espuma rompiendo contra las rocas y los
afilados acantilados. Desde ayer por la tarde, paseando por las calles de Noja,
puedo sentir y percibir ese olor marino, salado, a salitre y arena que flota en
todo el ambiente. Cielo y tierra se juntan en el horizonte, un horizonte
neblinoso donde se ven o intuyen tenues lucecitas de pequeños pesqueros que
salen por la noche a faenar, entre la bruma y el frio, cada día, cada mes, como
antes, como siempre.
Aquí me quedo de momento. A 13º, sin frio, sin viento, con mar, un poco de lluvia, otro poco de sirimiri, sin extremos. También aquí están muchas de mis raíces.
19 diciembre 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Antiguas civilizaciones de Asia
El Sudeste Asiático es uno de los pocos lugares del mundo en el que aun podemos deleitarnos con el conocimiento de civilizaciones...
-
El Sudeste Asiático es uno de los pocos lugares del mundo en el que aun podemos deleitarnos con el conocimiento de civilizaciones...
-
Pocas veces me pasa últimamente en la montaña que me vuelvo "de vacío", es decir, sin cumplir el objetivo que me había marcado ant...
-
El Ayurveda es un conjunto de técnicas médicas que se desarrolló en la India hace más de 5.000 años y que ha continuado vigente h...
No hay comentarios:
Publicar un comentario